Principios Fundamentales
El propósito de este artículo es identificar los principios bíblicos que sirven de guía y dan forma al trabajo ministerial con personas con discapacidad intelectual en tu comunidad:
Primer principio: Igualdad
Las personas con discapacidad y las que no tienen discapacidad comparten una misma igualdad básica. Dicha igualdad no se basa en los dones, ya que está claro que los seres humanos tenemos diferentes dones y en diferentes cantidades. Nuestra igualdad no se basa en las similitudes, sino, por el hecho de que cada uno de nosotros hemos sido creados a imagen de Dios (Génesis 1), existimos para los propósitos de Dios (Génesis 2), y Dios nos llama a vivir en amor y con gratitud (Efesios 3: 14-19). Dios espera que todos nosotros seamos discípulos activos (Juan 15: 1-17). Dios espera que seamos buenos administradores de los dones que el Creador nos ha dado, independientemente de cómo se puedan medir en la escala humana (Lucas 21: 1-4). El mandamiento de amar y servir a Dios con nuestros cuerpos, corazones y mentes es para todos (Mateo 22:37). Este tipo de igualdad es fundamental, a diferencia de la igualdad basada en la habilidad o el rendimiento, como un aspecto esencial del ser humano. Es el mensaje central de lo que significa ser “uno en Cristo” (Gálatas 3:28) e hijos de Dios.
Conclusión: Todos los seres humanos hemos sido creados a imagen de Dios. Creados de forma única y adecuada para los propósitos particulares de Dios, y capacitados por la gracia para disfrutar de la redención, la adoración y para ofrecer una vida de servicio a la comunidad. Las barreras que impiden esta igualdad básica son injustas.
Segundo principio: Interdependencia
El mundo define a las personas tanto por sus capacidades como por sus discapacidades. Las personas a las que se les asigna la etiqueta de discapacidad, generalmente son vistas como un objeto de preocupación o de lástima y como personas que requieren de cuidados. Aunque las personas que son señaladas con discapacidad pueden parecer pasivas y dependientes, realmente no es así, ya que todos hemos sido creados a imagen de Dios y cada persona existe para cumplir los propósitos de Dios. Cada uno de nosotros es un agente de Dios en el mundo, que de una manera u otra, lleva a cabo la obra de reconciliación y restauración de Dios (1 Pedro 4).
En realidad, todos somos una mezcla de fuerza y debilidad, de don y necesidad. (1 Corintios 1, 2 Corintios 12). Las personas llamadas “discapacitadas” y las personas “no discapacitadas” contribuyen con sus dones al bienestar de la comunidad (Romanos 12). Dios espera que la iglesia, que son el grupo de creyentes, compartan los dones de sus miembros a la vida en comunidad (Efesios 4:16). Ninguno de nosotros puede hacer el trabajo de Dios solo. Ninguno de nosotros puede reflejar todas las cualidades de Dios o hacer todas las tareas que Dios quiere que hagamos, sin tener presente a Dios. Dios nos da cualidades variadas y dones diversos para que juntos podamos servir eficazmente (1 Corintios 12). La familia de Dios es un grupo de personas que están igualmente necesitadas (1 Juan 1) y que están convocadas para servir o ayudar a los demás (Filipenses 2). Servimos a Dios de manera más efectiva cuando trabajamos juntos y ayudamos a los demás, teniendo presente a Dios en todo lo que realizamos. (Romanos 12).
Conclusión: todos tenemos dones y cualidades que nos permiten servir y ayudar a los demás. Cuando ofrecemos lo mejor de cada uno de nosotros, en unión con la comunidad y teniendo presente a Dios en todo lo que hacemos, estamos construyendo un mundo mejor.
Tercer principio: compasión
La compasión es un tema tanto del Antiguo como el Nuevo Testamento (Levítico 19:14, Deuteronomio 15:11, Sofonías 3:19, Mateo 9: 35-36, 1 Juan 3:17). Dios nos llama a ser compasivos y amorosos unos con otros, no solo con el débil, o con aquellos a quienes sentimos lástima, sino con el prójimo en general. Ayudando a llevar las cargas de los demás con alegría, con compasión y mucho entusiasmo. Esto incluye permitir que otros lleven nuestras cargas también, permitiéndonos recibir compasión como también buscar oportunidades para ofrecerla. El dar y recibir son regalos tanto para el que da como para el que recibe. La verdadera compasión siempre es recíproca, donde todos nos involucramos en dar y recibir.
Conclusión: La iglesia es una comunidad a nivel mundial e interdependiente en donde experimentamos mutua compasión al compartir alegrías y cargas, dando lo que recibimos y recibimos lo que damos.
Cuarto principio: Hospitalidad
La hospitalidad es otra virtud espiritual, que es proclamada a lo largo de las Escrituras. En la práctica, es dar la bienvenida al prójimo, y es todo lo opuesto a la exclusión. Las personas con discapacidad a menudo son vistas como extrañas, y son aisladas, precisamente por sus diferencias. Cuando recibimos al prójimo, estamos cumpliendo el mandamiento de amor de Dios, en amar al prójimo como a nosotros mismos. (Mateo 25: 31-46, Lucas 10: 25-28). Practicar la hospitalidad nos obliga a reconocer que nosotros también somos extraños para otras personas, y se convierte en un acto de acción de gracias cuando abrazamos al prójimo en nombre de Dios (Deuteronomio 10: 18-19). Cuando ponemos en práctica la hospitalidad, estamos imitando el ejemplo que Cristo nos da, cuando el maestro invita a las personas con discapacidades a la fiesta (Lucas 14: 16-24) y al esperado banquete celestial (Isaías 25: 6-9). La hospitalidad crea un lugar donde cada uno se siente como en casa y hacemos propio el espacio que nos ofrece el prójimo.
Conclusión: en lugar de tratar de hacer que los demás sean como nosotros, pongamos en práctica la hospitalidad. La hospitalidad es dar la bienvenida al prójimo, superar el miedo al extraño y celebrar en comunión con los demás, en medio de la diferencia.
Implicaciones
Los principios básicos mencionados anteriormente, tienen implicaciones directas para Ministerio Amistad. Algunos de estos se puede ver ahora; otros se harán evidentes a medida que consideremos nuevas iniciativas.
Para los creyentes
Debemos hacer visibles los dones de todas las personas para que todos podamos participar mutuamente en nuestra familia interdependiente Debemos fomentar el desarrollo espiritual, social, emocional, físico e intelectual de todas las personas, para que podamos ser fieles administradores de los dones dados por Dios y podamos responder con gratitud a su amor.
Debemos eliminar cualquier barrera, ya sea en actitud, arquitectura o medios de comunicación, que se interponga en el camino de la evangelización, o que impida la participación de personas con discapacidades intelectuales en la vida de la Iglesia. La familia de Dios debe ser, en sus estructuras (ya sea en la iglesia, en el hogar, escuelas, etc.) un modelo de la justicia y de la inclusión.
Para los grupos de Amistad
Los participantes en los grupos de Amistad, se apoyaran mutuamente, atendiendo las necesidades que se presenten en el grupo, desarrollando clases grupales e individuales, planeando en equipo las clases de formación cristiana, centradas en la persona con discapacidad intelectual, promoviendo su participación, atendiendo sus necesidades en momentos de estrés y aprendiendo juntos sobre el amor de Dios.
Los grupos de Amistad no serán presentados como una alternativa o un ministerio alterno, dentro de las actividades ministeriales de la iglesia, sino como un ministerio esencial para el desarrollo de la fe para las personas con discapacidades intelectuales y sus familias. Buscamos la participación plena de todos los miembros de la comunidad de fe, en especial para aquellos que asisten a grupos de Amistad, por ejemplo, la participación en las diferentes actividades de la iglesia.
Para Ministerio de Amistad
Cuando promovemos los materiales de estudio bíblico de Amistad, lo realizamos en el contexto de una comprensión holística de las personas y de la comunidad. Cuando recaudamos fondos para apoyar la labor de Ministerio Amistad, lo hacemos de manera congruente con nuestros principios fundamentales.
En resumen, Ministerio Amistad tiene la oportunidad de ayudar a que la iglesia sea lo que Dios quiere que sea. Una iglesia en comunión interdependiente que desarrolla, utiliza y comparte los dones de todos los hijos de Dios.
Nota: Este documento es el resultado de la conversación entre Jim Heynen, Tom Hoeksema, Nella Uitvlugt y Ron Vredeveld, fue revisado en base a los aportes de la Junta de Friendship Ministries y fue aprobado por la Junta en septiembre de 2002.