¿Ha pasado en su iglesia?

El Autismo y tu iglesia

Nos permitimos compartir el siguiente testimonio, hemos retirado los nombres de las personas por respeto a su privacidad, pero es un caso muy común desafortunadamente… ¿Qué estamos haciendo al respecto?

Hola:
Bendiciones, vivo en Montevideo, Uruguay; soy madre de niñas gemelas de 5 años, ambas diagnosticadas con Trastorno del espectro autista y trastorno del lenguaje.

Somos una familia cristiana, pero lamentablemente desde hace un año no nos congregamos. Hemos tenido muy malas experiencias de rechazo en la iglesia, y la última sucedió justamente hace un año atrás cuando la maestra de la escuelita bíblica nos hizo salir de la clase a mis hijas y a mí, por lo que nos tuvimos que sentarnos y escondernos detrás de las gradas y esperar a que terminara la prédica para ir y buscar a mi esposo y marcharnos a casa. A los días de ocurrido, le comunique a los pastores lo que sucedió y ellos pidieron perdón por lo sucedido pero no hubieron cambios y ya habíamos tenido malas experiencias, así que no volvimos. Y en otras iglesias nos encontramos con el reiterado rechazo o lo peor que toda la culpa es del diablo y hasta acusaciones por posesión demoníaca, en resumen, un desastre total.

Hace unos días visitamos una librería cristiana y mi esposo vio el libro EL AUTISMO Y TU IGLESIA. Ni lo pensamos dos veces para comprarlo. Estando ya en casa desde que empecé a leer el prefacio no pude evitar empezar a llorar y mucho más por la gran carga que siento en mi corazón.

Mis hijas asisten a una escuela pública especial en autismo, recuerdo el primer día de asistencia, que antes de llegar le dije al Señor, «Bueno, Señor, todo tiene un propósito y un plan en ti si tú nos permitiste que las gemelas tengan Trastorno del Espectro Autista y nos trajiste hasta aquí, permíteme ver a través de tus ojos y sentir con tu corazón y podamos ser de bendición.

El primer resultado que pude sentir es la gran tristeza en el corazón de los padres y sobre todo un gran enojo contra Dios por las distintas situaciones y discapacidad de sus hijos, la falta de vida social sana, el contacto con personas fuera de las cuatro paredes de sus hogares, debido a que estamos tan limitados por las situaciones de nuestros hijos, cuando estamos afuera en la sala de espera te das cuenta de que hay hambre y sed de Dios, de descanso y esperanza.

La verdad no tengo idea de qué manera yo pueda servir al Señor pero siento una carga tremenda, incluso una vez me decía una madre: «a ti se te ve tan feliz; yo no entiendo cómo si tienes dos niñas con autismo». Desde ese día siempre comparto de Jesús a todo el que le toca esperar conmigo.

Deseo aprender, prepararme y que se haga la voluntad del Señor. Amén.

Les bendigo en el nombre de nuestro Señor, Rey y Salvador Jesucristo, Amén.